miércoles, 1 de junio de 2011

el sillon del libro


Es curioso lo que hace el tiempo, no sólo hace que las personas olviden y superen problemas de todo tipo, como; relaciones rotas, traumas de cualquier clase, fracasos escolares y profesionales y sobre todo nuestros propios fallos. Pero, ¿quién dijo que el tiempo lo cura todo?
Cuando te ves subiendo a un avión con destino a dios sabe que punta del país para ver a alguien que todavía no sabes como es, es cuando te preocupas de lo que has hecho en tu vida. Poneos en mi situación: 
Estáis en el año 2010, todavía no sabéis bien que es lo que hacéis en este mundo, y sobre todo, y lo mas importante, la opinión general y casi absoluta dice que estas loco.
No se como lo veis, pero es un principio con el que se podrían escribir innumerables historias de delitos, noviazgos e incontables relatos de abandonos autobiográficos de famosos escritores a los que la gente común les tiene gran respeto, tan sólo por haber ganado una figurita que ninguno hemos elegido darle. Sinceramente, esta no es ninguna de esas historias, porque para ser justos, nunca he tenido demasiada suerte en mis relaciones y no me merece la pena recordarlas, tampoco he asesinado, ni robado, y mucho menos he ganado una insípida  estatuilla con el nombre de una persona muerta, la verdad es que esto es tan sólo el gran delirio de una persona auto considerada  cuerda.
Si me preguntaseis que como pienso empezar esto, os contestaría con la más sincera y rotunda de las respuestas: no tengo ni puta idea. Supongo que todo empieza en el avión, un avión de clase baja y mas baja en el que te encuentras personas de todo tipo, lo hay que intentan que la gente piense que son intelectuales de la vida sacando un libro sobre la teoría de cuerdas, sabiendo, aun así, que ninguno se fijara en el porque ellos también intentan aparentar algo decente, por ejemplo: el hombre de la tercera fila, asiento B, el que está leyendo el folleto de seguridad que viene en esa pequeña ranura de el asiento de delante, se ve que piensa que su vida no tiene sentido, e intenta buscarle algún fallo a las salidas de emergencia, es triste, pero peor es el individuo de la última fila, si, el que parece estar cabreado con el mundo porque no tiene lo que el cree que merece en su vida. ¡Por favor! Todos sabemos que lo mas seguro es que dejase la carrera de medicina en el primer año por irse con su pareja, la misma que después de un año le dejaría para irse a estudiar al extranjero, no es que no tenga lo que merece, es que nunca mereció nada. ¿Y que me decís del gordo de la séptima fila? Dios, que triste, podría morir en cualquier momento por diabetes, obesidad mórbida, o simplemente porque el avión se estrelle, y aún así, sigue tan tranquilo, preguntándole a la azafata que cuando traerán la comida… ni siquiera hemos despegado, y ya esta preguntando cosas absurdas.
Un consejo, si veis que un viaje puede durar mas de media hora y  a vuestro lado se sienta el peor tipo del mundo, de ojos rojos, barba de seis días y con pintas de llevar un maletín-bomba, esperad a que el avión despegue y meteos en el baño, quedaos dentro y decidle a la azafata que tenéis el estómago suelto, cuando oigáis una voz que diga; “nos aproximamos a el aeropuerto”, entonces debéis salir, os sentís en vuestro sitio y os habréis evitado conversaciones incomodas, ronquidos desquiciantes, y mala compañía, tan sólo habréis estado sentados al lado de un individuo durante veinte minutos en un vuelo que con el despegue, el trayecto y el aterrizaje hubiese durado cincuenta minutos, es práctico, además aprendes a hacer cosas útiles en el baño, papiroflexia, crucigramas, o simplemente pensar en que te pasaría si hubiese un accidente, no he tenido la suerte de averiguarlo.
Es curioso ver como todo sigue un protocolo estricto de comportamiento: Bajas del avión y está obligado a caminar hacia la Terminal por un camino ya predefinido, porque supuestamente es seguro… me pregunto cuantas personas habrán sufrido un accidente en ese camino sin que lo sepamos…
Cuando llegas a la Terminal todo está perfectamente indicado y organizado; recoger la maleta (seguir 100 metros hacia delante y gire a la izquierda), después todos deben salir por la misma puertecita insignificante de siempre. No se porque, pero siempre que salgo creo que alguien me espera detrás de esa maldita puerta, y, ¡¡bingo!! No hay nadie, como siempre, como en todos los vuelos, como en toda mi vida. Creemos que en este mundo estamos rodeados y cuando llega el momento nos sentimos solos, y, no es un sentimiento falso, sino que en realidad estamos solos, por mucho que nos digan, demuestren o maquillen la realidad.

Perdonad el despiste, todavía no os comente lo que hago yo en este maldito lugar. Bueno, recibí una carta, una carta sin lugar de procedencia, pero aun así estaba sellada. Curioso ¿verdad? Pues pensé en no abrirla, seria una broma de los jóvenes de ahora. Pero, a cada segundo que pasaba mirando la condenada carta, con ese papel que parecía llevar veinte años sin usarse, allí, colocada en la mesa, sin decirme nada, pero a la vez llamándome a que la leyese, tenia el presentimiento de que no sólo no era una broma, sino que, era algo importante. Dos horas y media después de estar mirándola sentado en es sofá de mala muerte de ese alquiler de mierda, decidí abrirla…

-¡Qué coño es esto!

Esa fue mi primera impresión, la primera impresión que me dio la jodida carta:

“Supongo que no sabes quién soy, pero yo si sé quien eres tú, es más, lo se todo sobre ti. No te asustes, no soy un asesino, ni un violador, ni un ladrón, pero te interesa conocerme. Si no me equivoco, tu vida es una mierda, según tú, ¿no? Bien, te propongo un trato, ¿sabes cual es la clave del bienestar? Hace tiempo, un anciano de esta ciudad me dijo que la clave de la vida esta en conocerse a sí mismo, es curioso ¿verdad?
El trato es el siguiente, tu vida puede cambiar si tú quieres, sólo debes venir a mi ciudad, eso sucederá el día 28 de enero del año 2010, te espero…

-¡Jo-der! Este tío esta zumbado… ni siquiera me ha dicho donde vive…. ¡que te follen!

Ahora que lo pienso, no tiene sentido… ¿Por qué me interesa conocerle? Vale que mi vida sea una mierda, y… bueno, que no tenga dinero, pero tampoco me iban mal las cosas…
El caso es que no pude dormir en varios días. 24 horas pensando de donde coño venia la carta, y en quien era el tío ese… Así que decidí ir a ver a un viejo amigo de la infancia que trabajaba en correos.

-Estoy buscando a un empleado de aquí, se llama Nico, ¿Cómo puedo localizarlo?

Odio a las personas, siempre pendientes de sus asuntos, incluso cuando trabajan están ganduleando, y tardan como mínimo 10 minutos en responderte, y si lo hacen antes es para mandarte a preguntar al compañero de al lado… que asco…

-¿Perdone? ¿A quién busca?- Me dijo mientras mascaba aquel chicle de color rosa y desprendía esa radiante bordería que caracteriza a todos los empleados públicos...

No me jodas, me ha escuchado perfectamente y aun así me pregunta que que he dicho… sácate el jodido chicle de la boca y arréglate para trabajar… por favor, ¿esta es la gente de la que depende mi correspondencia?

-Estoy buscando a Nicolás Gama

¿Dónde han quedado los modales? no se le ocurrió otra cosa que llamarle a voces, y añadiendo: “¡Esta aquí un gilipoyas que pregunta por ti!
Menos mal que Nico no es así, pero eso fue lo único bueno que me lleve de aquel lugar, porque  no supo ayudarme con el origen de la carta.

Decidí dejarlo correr, y volver a mi vida corriente, con mi trabajo de dependiente, y a mis noches de alcoholismo depresivo y solitario. Pero dio la casualidad de que al día siguiente me despierta el sonido del timbre de mi puerta.

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